Extracto de Alocución 2023
Autora: Ana Cristina Flor
Nuestra vida no tendría sentido vivida sólo para nosotros.
Nuestro trabajo espiritual, la expansión de la conciencia, perdería todo su valor si la considerásemos como un bien personal.
Se esfumaría, sería una contradicción: pretender ir hacia la unidad esencial y al mismo tiempo considerarse
separado y desentenderse del resto de esa unidad.
La renuncia es ese movimiento que hace de nuestra vida un valor trascendente para la
humanidad.
Estamos generando un vórtice de conciencia que se vuelque hacia el todo, que impulse la conciencia del todo.
De esta forma contribuimos a la evolución de la Humanidad.
Entonces, ¿qué es la Ley de la Renuncia?
Llamamos Renuncia a la ley de la vida.
Desde que nacemos nos encontramos en un flujo que
nunca se detiene.
Podríamos llamarlo tiempo o temporalidad.
Nada es estático.
A cada instante estamos cambiando, unos momentos suceden a otros, unas células en nuestro cuerpo están
naciendo y otras están muriendo, una experiencia sucede a otra, un pensamiento a otro.
Es como un continuo fluir.
No siempre nos percatamos de que vivimos en ese fluir. Tampoco nos damos cuenta de que, por el hecho de estar en ese cambio constante, no podemos aferrarnos a nada.
Si somos niños y estamos en un parque de diversiones, no queremos irnos cuando nuestros padres
nos llaman.
Si somos jóvenes y sanos, no queremos que nuestro cuerpo sufra el deterioro propio
de la edad.
Si hemos vivido momentos de plenitud y felicidad en una relación, queremos retenerlos pretendiendo ignorar los momentos de desacuerdo.
Si estamos haciendo un hermoso viaje no queremos que termine.
Si estamos enfermos o estamos sufriendo, rechazamos esa
experiencia y queremos que pase pronto.
Es decir, generamos resistencia a ese fluir, no lo aceptamos. Nuestros deseos y nuestro afán deretener, de poseer algo para siempre es la causa de nuestro sufrimiento y de nuestra ceguera.
Aprender a vivir la renuncia nos libera. Es aprender a estar conscientes del fluir. Tomar lo que viene y dejar lo que se va.
Y en ese instante presente en que todo sucede, vivir a pleno, aprender de cada instante que pasa por nuestra vida. Atesorar la experiencia que se va imprimiendo en
nuestras almas.
La conciencia del devenir de la vida nos abre los ojos.
Cuanta más conciencia tenemos de nuestro ser eterno menos nos identificamos con nuestros compuestos.
Los usamos, los necesitamos, pero no estamos cegados por ellos. Aunque sea por
momentos, podemos salir del mundo de los pares de opuestos, podemos salir de la polarización propia de la manifestación.
Toda polarización evidencia una verdad aparente, una ilusión.
La conciencia del ser humano es un reflejo de la Conciencia Cósmica Universal y Única proyectado
en él.
Una chispa de ese fuego. El ser humano contiene esa chispa de la Conciencia Cósmica.
Esa conciencia ha salido de la Unidad para proyectarse en la variabilidad, en la manifestación de lo
múltiple que es la vida sobre la tierra.
Para retornar a la Unidad es necesario el esfuerzo de
renuncia, ya que la renuncia provoca la reversibilidad del estado de conciencia, es decir, salir de lo variable y compuesto para ir hacia la unidad y lo simple.
Muchos seguramente piensan que esto es inalcanzable en el mundo de hoy.
Un mundo en el que
abunda el dolor, la desigualdad, la lucha constante, la polarización.
Sin duda que embarcarse en la tarea que propone Cafh no es fácil, pero es posible.
Para ello es necesario tomar distancia, al menos en algunos momentos de nuestro día, de la avalancha de información negativa y sesgada que nos bombardea y rescatarnos en nuestro Radio de Estabilidad
interior.
Así podemos recordar que somos un instante en el gran derrotero de la humanidad en su retorno a la Unidad. Así podemos recordar las extraordinarias posibilidades del ser humano,
podemos elegir qué alimentar en nosotros y qué ofrecer a quienes nos rodean.
Preguntémonos: ¿en qué mundo quiero vivir? ¿en el del desaliento y la desesperanza? ¿o en la esperanza y la confianza en lo mejor de nosotros mismos y de cada ser humano?
Cuando nos centramos en esa conciencia, aunque sea por un instante, materializamos
potencialmente esas posibilidades y las mantenemos vivas.
Sentimos el imperativo y el valor de dedicar hasta el último instante de nuestras vidas en ese intento.
la renuncia nos conduce directamente al desapego obligatorio de todo cuanto existe en nosotros en los planos fisico emocional y mental…. gracias por el hermoso texto
Gracias a ti querida Gloria, por tus palabras.
Muchas gracias por todo el alimento espiritual que nos envían.
Gracias María por tus palabras!