“Los nuevos tipos humanos se proporcionarán la felicidad con sus propios medios”, escribió Santiago Bovisio en la primera Enseñanza del curso “Desenvolvimiento espiritual”. ¿Es ésta solo una afirmación idealista o es posible que se vuelva una realidad? ¿A qué se refiere con los nuevos tipos humanos? ¿Tendremos que esperar su advenimiento futuro o ya están entre nosotros? Quizás será necesario que realicemos alguna acción para construir en nosotros mismos ese nuevo tipo humano del futuro.
Construir la propia felicidad
¿Cuáles son los factores que determinan nuestra felicidad? Una manera práctica de descubrir esto es observar nuestras reacciones ante los pequeños detalles de la vida diaria: esperaba un día soleado y amaneció lloviendo, alguien me adelantó de mala forma en la autopista, la persona con que debía encontrarme esta mañana no llegó a la cita. Cualquiera de estas situaciones puede producir una alteración en nuestro ánimo, lo que poco a poco va determinando nuestro estado mental habitual. Cuando nos acostumbramos a este estado interior, pensamos que ya no es posible que las cosas sean de otra manera, y nos establecemos en el enojo, la impaciencia o la tristeza. ¿Es posible decidir cómo reaccionar ante una situación en lugar de dejarse arrastrar por ella? ¿Estamos condenados a ser víctimas de las circunstancias externas o podemos construir nuestra propia felicidad? Puede ser que la palabra felicidad aquí suene demasiado grande, pero pienso que es a través de los pequeños detalles de la vida diaria que podemos comenzar a construirla. Si somos capaces de generar breves instantes de bienestar interior a partir de nuestro propio esfuerzo, paulatinamente nos iremos haciendo dueños de nosotros mismos.
Herramientas con las que contamos para construir nuestra felicidad
Si nuestro estado de ánimo depende de nuestras reacciones ante las circunstancias, entonces lo que necesitamos para generar bienestar interior es aprender a reaccionar de manera diferente. ¿De dónde surge mi reacción ante un hecho? ¿Por qué me enojo cuando alguien hace algo que me desagrada? Detenerse y observar lo que ocurre es un primer paso, y aquí aparece nuestra primera herramienta: el ejercicio de detención, hacer una pausa y observarme a mí mismo, ver qué pasa en mi interior, qué pienso, qué siento. Pero también podríamos decidir hacer una detención más prolongada, no solo en el instante en que ocurre algo, podemos reservar unos minutos por la mañana para detenernos antes de entrar en la actividad del día. Esta segunda herramienta es el ejercicio de la meditación. La meditación nos permite observar lo que pensamos y sentimos, con lo que paulatinamente iremos conociéndonos con mayor profundidad. Aprender a dirigir los pensamientos y sentimientos es un aspecto fundamental si queremos administrar nuestras reacciones ante las circunstancias.
Constructores de nuestro destino
Trabajar con la detención y la meditación no solo nos enseña a reaccionar de una nueva manera ante los hechos, también nos permite modificar nuestra interpretación de la realidad. Al meditar vamos profundizando la comprensión de nosotros mismos y de lo que nos rodea. Comenzamos a descubrir que las cosas no ocurren por azar, que existe una estrecha relación entre nuestro mundo interior y el mundo exterior, y en la medida que vayamos comprendiendo estas relaciones, también podremos mejorar nuestro modo de responder ante la realidad. Si aprendemos a decidir desde una comprensión más profunda de nosotros mismos, podremos generar un destino que se corresponda con lo que realmente queremos, en lugar de vernos arrastrados por las circunstancias. No es posible controlar todo lo que ocurre en el exterior, pero sí podemos elegir cómo responder ante cada situación que se nos presenta. Cuando somos capaces de generar nuestras propias respuestas, eligiendo nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, comenzamos a conquistar nuestra libertad interior.
Ser buscadores de la libertad interior
Muchos de nuestros pensamientos surgen espontáneamente en nuestra conciencia, pero es posible darles un curso, elegir cómo queremos continuar su encadenamiento para conducirlos a buen término. También nuestros sentimientos determinan fuertemente lo que pensamos, de modo que si modificamos lo que sentimos por alguna persona o circunstancia, también cambiarán nuestras opiniones y reacciones hacia éstas. Todo el trabajo que efectuemos con nuestros pensamientos y sentimientos irá ampliando los márgenes de nuestra libertad interior. Ser arrastrados por las circunstancias es estar condicionados. Elegir nuestras respuestas ante la vida es ejercer nuestra libertad. Mientras mayor sea la libertad interior que alcancemos, más cerca estaremos de proporcionarnos nuestra propia felicidad, ya que cada vez existirá menos contradicción entre los anhelos profundos de nuestro ser y el destino que estamos construyendo a través de las decisiones y acciones en nuestro diario vivir.