Autor: Jorge Ellicker
La ley física nos enseña que todo es energía (vida) y que ésta nunca se pierde, solo se transforma. El fruto maduro, pasado su momento, se pudre, muere, pero el misterio de su vida, latente en su interior, solo se sumerge en lo ignorado y desde allí venciendo el tiempo recomienza su eterno devenir que mostrará luego su nuevo fruto, luego su madurez y luego, una vez más, su transformación, de vuelta a lo ignorado y luego de vuelta a la vida…….
Así como la vida y la muerte, ¿Qué antecede a qué? La vida se desarrolla bajo la luz y deriva en la muerte, la desaparición de la luz. Desde allí se renueva una y mil veces el mismo ciclo, nacer, morir, nacer, morir, dejando entre estos estados una interminable evolución.
Como el agua, a veces hielo, a veces líquido, a veces gas, así se sucede la eterna transformación. De lo sólido, material, gradualmente a lo etéreo, sutil, distintos estados para una misma identidad en eterna transformación. Así, la gota de agua en la nube, inserta en la amorosa transparencia que la acoge y envuelve, limpia, pura, diferenciada en su medio pero siempre una dentro de la diversidad de millones de otras gotas, se precipita desde lo alto hacia la tierra, es hora de cumplir su misión. En su descenso se impregna de las mil experiencias que guarda la atmósfera y al llegar ya es otra. Ahora forma parte del fecundo barro y en esta unión comienza una nueva evolución.
El Sol, la Luz, su Experiencia la llevarán a desprenderse de su amada Tierra para elevarse, una vez más hacia su origen, la etérea nube en las alturas.
¿Y el hombre, qué? Así como la vida y la muerte, ¿Qué antecede a qué? La vida se desarrolla bajo la luz y deriva en la muerte, la desaparición de la luz. Desde allí el hombre se renueva una y mil veces inserto en el mismo ciclo, nacer, morir, nacer, morir, dejando entre estos estados una interminable evolución.