VUELO MIGRATORIO DE LA MARIPOSA MONARCA

Gioconda Moreno

Entre los tesoros vivos de la naturaleza está el vuelo migratorio de la mariposa monarca, que huyendo de las bajas temperaturas y masas de vientos polares, migra desde las Montañas Rocallosas en Estados Unidos y Canadá hacia las cumbres montañosas de  Michoacán en México, para retornar pasado el invierno a depositar sus huevos en su lugar de origen. La nueva generación reemprende nuevamente el ciclo.  Viviendo en México, visitamos este formidable espectáculo, dejando el auto a una cierta altura, subimos la montaña caminando para no perturbar el santuario donde llegan a posarse en las ramas, como racimos, estas viajeras después de su interminable vuelo.

Todos amamos las mariposas cuando las vemos revolotear de flor en flor, con sus colores, el revoloteo de sus alas, son ángeles que al pasar nos regalan alegría en medio de nuestra rutina. Teresa de Ávila para explicar la transformación del alma  emplea la poética alegoría de la mariposa en forma magistral.  La mariposa  ha sido inspiración de múltiples poemas y canciones.

 

Sin embargo, la mariposa monarca más allá de su belleza posee una gran fortaleza.  Cada año millones  recorren miles de kilómetros por diferentes rutas, destacándose la ruta ya mencionada.  Lo hacen debido a la reducción de la luz solar en las latitudes septentrionales a partir de septiembre y el aumento progresivo de las masas de aire polar, como también la desaparición de las flores necesarias para obtener el néctar.  Durante su largo peregrinar se dejan llevar por las corrientes de los vientos usando sus alas como velas, las que abren horizontalmente y en forma de V , van planeando y sólo aletean esporádicamente para corregir el rumbo, la altitud o si se les extravía el flujo del viento.  Al ser atacadas por insectos o pájaros depredadores, despiden una substancia tóxica para defenderse o hacen uso del mimetismo. Realizan su viaje durante el día y van pernoctando en conjuntos de hasta 600 ejemplares en los árboles que encuentran en su ruta. Avanzan un promedio de 120 kilómetros diarios y en 25 días alcanzan los 3.000 kilómetros desde el gélido norte hasta las cálidas cumbres mexicanas. Llegadas a su refugio en México descansan colgadas formando ramilletes en las ramas de los árboles, durante el día salen en busca de agua y alimento.  Con la lluvia o vientos fuertes caen al suelo por cantidades muriendo parte de ellas, formando verdaderas alfombras anaranjadas de mariposas muertas.  La segunda semana de febrero se aparean y se aprontan para su retorno.

 

Al retornar a su territorio de verano a las Montañas Rocallosas de Canadá y Estados Unidos van dejando millones de huevos durante el viaje, que los depositan en el envés de las hojas para que queden protegidos.  Las larvas se alimentan del cascarón y luego de la hoja.  La oruga muda de piel cinco veces.  Al alcanzar su máximo crecimiento se cuelga de una rama y forma la crisálida.  Desde el huevo a la eclosión son entre cinco a siete semanas.

 

Una vez de regreso a su territorio de origen a mediados de abril, depositan sus huevos, al poco tiempo mueren.  La generación siguiente repetirá así nuevamente su ruta migratoria. Aunque no comprobado, se supone que se guían por fenómenos magnéticos, puesto que sin saber vuelven siempre a los mismos lugares que nunca han conocido.

Los gobiernos de México y Canadá se han preocupado de su protección, porque las monarcas están sometidas a la deforestación, modificación desfavorable del ecosistema, incendios, turismo.  Se busca mantener las cuencas hidrológicas para conservar las aguas, reconocer las áreas degradadas para realizar acciones correctivas, introducir abetos y otras especies originarias de la región. También es importante la capacitación ambiental a los guías turísticos que enseñen el respeto y la importancia de la conservación.  El Fondo Mundial para la Vida Silvestre  ha presentado programas de protección. El gobierno de México ha establecido pagos a las comunidades locales para que realicen actividades de conservación y restauración en vez de la tradicional tala del bosque.

 

Cuando tomo conciencia de la epopeya que significa este vuelo majestuoso, quisiera imitarlas, seguir adelante en mi desenvolvimiento de alma, ser fuerte en los momentos de cansancio y debilidad, aprovechar los vientos del espíritu en mi vuelo, luchar contra mis depredadores internos, dejar semillas de madreperla para las futuras generaciones.