Autor: Carlos Rueckner
No hay experiencia más intensa, real y extraordinaria que la comunicación que podemos llegar a establecer con lo divino. Esta relación no se da de la noche a la mañana, porque para que exista un encuentro entre dos tenemos que evidenciar la presencia del otro junto a nosotros y cuando se trata de nuestro encuentro con Dios no tenemos elementos sensibles que nos confirmen que Él está allí. Pero tenemos algo más grande que el poder de los sentidos, tenemos un corazón que late al unísono con el corazón del Universo, aunque no lo sepamos.
El tomar conciencia de esto convierte nuestro diálogo con lo divino en un momento muy especial, lleno de espíritu de simplicidad y de gran silencio, para poder escuchar Su voz. Y cuando le hablamos, con esas palabras simples, en realidad estamos haciendo vibrar nuestras fibras interiores para lograr el precioso contacto con Él, en el que nos expresamos desde el corazón. A esto le llamamos la invocación.
La invocación es la interiorización de nuestro llamado. A través de ese acto confirmamos, poco a poco, que lo divino siempre estuvo, está y estará en nosotros, como amorosa Presencia que espera, en silencio, que la invoquemos para brindarnos Su respuesta que tarde o temprano nos ha de llegar.
Nuestra Oración de Unión
La práctica de la oración, como acto de amor, nos conduce hacia el descubrimiento de los demás como almas compañeras de nuestro camino por la vida, unidos todos en un sentido de participación, viviendo en relación. La calidad de esa unión ha de ser tal que exprese fielmente nuestra relación con lo divino.
Nuestro anhelo de unión con Dios, entonces, se va haciendo realidad a través de nuestra incondicional y amorosa unión interior con todas las almas.
Confiamos en que Dios nos quiere ver llegando a Él con el corazón colmado de amor hacia todos sus hijos. En su infinito y perfecto amor no pide nada para Él. Imitar este supremo acto de renuncia es vivir la Mística del Corazón en todo su esplendor.
Que bien expresado!, hermosa reflexión sobre la conexión a través de la invocación con el supremo, con esa energía que nos envuelve en luz y amor, así como cuando compartimos un cálido y amoroso abrazo. Sabemos que está ahí acompañándonos en esos instantes de paz y silencio. La gratitud viene al instante.
Abrazo de Luz
La conexión con lo Divino es esa llama encendida de manera permanente qué está en nuestros Corazones y qué la hacemos expansivas para el bien del prójimo.
GRACIAS CAFH !!!
Conectarnos con la Fuente Divina exige tanto en el mundo exterior como en el interior, un Tiempo (que tiende a cero, es decir, PRESENCIA) y un Espacio (que también tiende a cero, es decir, QUIETUD)
y preferiblemente un SILENCIO imperturbable en el mundo exterior, pero también -y tal vez el más importante- un SILENCIO INTERIOR imperturbable…
Para lograr esos estados de conciencia es que nos sirven nuestros Ejercicios de Meditación: para educar la mente para que sea nuestra sierva, y NO nuestra ama …
Muchas gracias