Capítulo II “Prácticas” Libro: “Prácticas de Desenvolvimiento”, Edición 2019, Cafh.
Este ejercicio consiste en tomar fotografías mentales de nuestro comportamiento; es como tomarse una selfie con la mente. Lo practicamos en cualquier momento, tanto cuando estamos solos como acompañados. Así como cuando miramos con atención una fotografía podemos decir mucho sobre lo que vemos en ella, así también ocurre cuando tomamos una fotografía mental de nuestra conducta y nuestras posturas.
Estamos acostumbrados a hacer un ejercicio parecido cuando observamos el comportamiento de los demás. Nos hacemos una idea de cómo son las personas según vemos cómo actúan y nos apoyamos en esa idea para evaluarlas y definirlas. No nos toma mucho tiempo hacerlo, lo logramos con uno o dos vistazos. Así también, cuando nos tomarnos fotografías mentales aprendemos mucho sobre nuestro comportamiento y los motivos que damos para que otros piensen como piensan sobre nosotros. Recordar que es fácil ver la paja en el ojo ajeno y difícil ver la viga en el propio nos ayuda en este ejercicio.
También es bueno tomarnos fotografías mentales en momentos que nos parecen intrascendentes, de rutina. Nos alejamos interiormente de nosotros mismos para mirarnos como lo harían otras personas. Solo nos observamos, sin evaluarnos; lo que vemos de nosotros habla por sí mismo.
Otros momentos de detención pueden ser cuando entramos en nuestras habitaciones o a nuestros sitios de trabajo. Observamos el lugar como si fuéramos una visita. La forma en que disponemos y dejamos las cosas nos dice mucho sobre nuestros hábitos, así como lo que vemos en los lugares de los demás nos dice mucho sobre ellos.
Si no podemos tomarnos una fotografía mental cuando nos convendría tomarla, podemos hacerlo en otro momento del día, o antes del examen retrospectivo. Hacemos una imagen mental de algo que nos afectó o afectó a otros en forma inusual y la mantenemos el tiempo suficiente como para poder discernir con claridad lo ocurrido y nuestra parte en ello.