Descubriendo mi Templo Interior

«Templo: Lugar real o imaginario consagrado a la divinidad y donde se considera que reside algo noble, digno de ser venerado.»

Meditando en silencio reconozco que en mi interior que tengo la posibilidad de crear ese espacio reconociéndolo como el lugar ideal, convirtiéndolo en mi templo íntimo, lugar sagrado, imagen del cielo que imagino como lugar ideal desde donde se ha de nutrir el proceso de transformación integral de mi vida.

 

Mi esfuerzo por vivir, mi lucha por la vida, que se manifiesta en dolor y sufrimiento cotidianos, me estimula de manera natural a ingresar a ese espacio interior para allí tomar contacto con la gracia del consuelo, expresión amorosa de lo divino. Es desde allí donde se generan mis nuevas comprensiones, a partir de la nueva descripción de la realidad en la que me muevo y de un nuevo lenguaje para entender y relacionarme con los demás, con todo y conmigo mismo. En este medio creo las condiciones para no volver atrás, para no recorrer caminos trillados repitiendo experiencias ya concluidas y superadas; todo esto para generar un nuevo propósito de vida acorde con una nueva toma de conciencia: mi pequeño dolor es el gran dolor de los demás; mi lucha es el diario combate de todos los seres humanos que me rodean.

 

En este proceso se da entonces una resignificación de los valores que hasta ese momento regían mi vida y con ello, un nuevo sentido que le doy a mi existencia.

 

Mi necesidad individualista que hasta hoy era la de un consuelo solo personal, se transmuta en anhelo fecundo de consuelo también para los demás, porque «yo» y «los demás» dejamos de ser la manifestación de un par de opuestos alejados y desconectados, para dar paso a un relacionamiento armónico que es una presencia evidente del amor real en mi vida.

 

¿Puede haber una mayor fuente de consuelo que esto?

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