Un aporte de Carlos Rueckner – Lima, Perú.
Nos enfrentamos a algo que hoy nos supera, desnuda nuestra vulnerabilidad y nos recuerda que en este maravilloso planeta que es nuestra casa, somos realmente muy pequeñitos y frágiles.
Este sentir nos devuelve a vivir con humildad, simplicidad y sencillez, estados de vida que evitamos practicar por seguir el llamado de la soberbia, de ese creernos el centro de todo y capaces de todo. Esa creencia tiene que ser trascendida.
Para atrevernos a dar ese salto trascendental, todos, sin excepción, contamos con la fuerza interior y esa gracia superior que desciende con amorosa intención en nuestro auxilio.
Creo que este es un tiempo de aprendizaje. Todo lo que logremos internalizar como enseñanza será el más precioso legado para las generaciones futuras, pues las lecciones quedarán grabadas en nuestro ADN y en nuestra conciencia, eso es lo que heredarán los que vendrán.
Dejar de vivir en el ámbito del dolor personal para sentir el dolor que incluya a los demás, es la llave que nos conducirá al verdadero consuelo que deberá instalarse en nuestro corazón y que habremos de compartir con los que hoy sufren grandes dolores y pérdidas.
Conquistemos ese amor real, hagamos realidad en nuestras vidas ese precioso don que la Divina Madre ha puesto en nuestras manos. Realizar esta tarea es hoy más urgente que nunca.
Muchas gracias por recordarnos que en este tiempo de dolor es nuestra misión vivir el amor real, el que incluye el dolor de todos los que están sufriendo enfermedad y pérdidas. Ser uno con la humanidad es nuestra misión como hijos e hijas de Cafh.
Muchas gracias por tu comentario Ana
Gracias a ti, Ana, por manifestar claramente el sentido de misión que la vida nos otorga.
Aveces nos dejamos caer x la soberbia pero no hay nada mas lindo que reconocer que aun hay seres que nos dan un nuevo camino a la espiritualidad y la sencillez de un amor digno de encaminarles a los que queden.
Gracias x sus palabras sr.carlos.
Gracias, Misaki, por ser uno de esos seres que describes.