Autor: HUMBERTO RAIGOSA B. / Comunidad de Paine
Es aquel aspecto de nuestro acontecer biológico con el que realizamos las funciones más excelsas de nuestra inteligencia como transformar, crear, intervenir, elegir, etc.
Estamos en un mundo de creaturas que tienen la capacidad de realizar acciones, ocupémonos por un momento de la vida de estas creaturas, su vida como acontecer.
Estas creaturas son seres dotados de aliento y animación, y de un principio vital que bien podríamos llamar identidad y, ¿por qué no? identidad biológica.
Esta vida como acontecer biológico, dijo un viejo sabio de la antigüedad, tiene muchas formas de expresión a las que podemos llegar observando las funciones de ese principio vital. Son esas funciones y operaciones por las cuales decimos que un cuerpo que las tiene, tiene vida.
Hay una forma de vida a la que corresponden las funciones vegetativas (nutrición, reproducción).
Hay una forma de vida a la que corresponden las funciones de experimentar sensaciones.
Y hay otra forma de vida a la que le corresponden las funciones y operaciones intelectivas.
Recibimos las formas y las impresiones exteriores en nuestra vida sensitiva, a través de los sentidos integrados y formamos un constructo (por ejemplo un conejo con toda su forma, color y movimientos) con la imaginación que es parte de la vida sensitiva y luego los reproducimos con la memoria que es también una potencia de la vida sensitiva.
Y aquí, al parecer nos separamos los humanos de los animales porque los humanos tomamos conciencia de “aquello” que percibimos sensiblemente y los animalitos parece que no. Solo parece. Tomamos conciencia de aquello y entonces tomamos experiencia.
La experiencia hace parte ahora de otra forma de vida que es la vida intelectiva: podemos pensar en lo captado por la sensibilidad y comunicarlo, etc. Estamos, entonces, en otro sistema de operaciones y funciones que son propios de la vida intelectiva.
Resumiendo:
Si la vida sensitiva se define por la recepción de formas y construcción de constructos, la vida inteligible se define por la autocomprensión.
Lo propio de la vida inteligible es entonces tomar los acontecimientos de la vida sensible y volverlos contenidos de la experiencia y contenidos de la autorreflexión. Los acontecimientos que llegan a nuestra vida sensible solo ponen en movimiento los contenidos de la vida intelectual y tal vida puede acontecer de manera pasiva o de manera activa.
De manera pasiva, los contenidos de la conciencia, de la experiencia y sus conductas asociadas son incorporados: incorpora el mundo a su alcance, las cosas y los seres y sus conductas asociadas y de manera pasiva y en gran medida de manera inconsciente, va tejiendo la red de sus relaciones.
Así es que, la vida intelectiva pasiva, es interrelacionar. Constituye la interrelación de mi cuerpo y sus conductas con el mundo, otros cuerpos y otras conductas y puede pasar que esas relaciones se queden para siempre incompletas, superpuestas, reactivas, inconscientes, etc.
Además, por los años que he pasado de búsqueda espiritual, me permito decir aquí que gozamos de otra forma de vida más: la vida espiritual y en esta descripción biológica de aquel viejo sabio de la antigüedad, me la encuentro en la forma activa de la vida intelectiva.
En esta forma de acontecer de la vida, se dan las funciones y operaciones más excelentes de la inteligencia: la capacidad de transformar y crear cosas y conceptos que antes no existían en el mundo real. La capacidad de crear mis mismas nuevas conductas y costumbres, hacer control, regular, disciplinar mi vida afectiva y emocional, mis funciones nutritivas. Aplazar el deseo, determinar mi economía libidinal, mis pulsiones, el afán de posesión y predominio, etc.
Yo digo que la vida espiritual es una función natural de la inteligencia superior y es la capacidad de intervenir el mundo, de elegir, de sobredeterminar la necesidad, de poner al propio servicio las leyes de la naturaleza: introducir, modificar, transformar, etc. Por esto también digo que la vida espiritual del ser humano es la madre de la ciencia y todo esto está al alcance del ser humano que encuentra y sigue una eficaz disciplina del espíritu.