Gratitud, fundamental en nuestro proceso de desenvolvimiento – Prácticas de desenvolvimiento

Sentir gratitud es fundamental en nuestro proceso de desenvolvimiento; nos induce a reconocer lo que recibimos de otros y a asumir la responsabilidad de también nosotros ayudar a otros. La gratitud nos mueve a mirar fuera de nosotros mismos, a establecer vínculos y colaborar con otros. Ya Cicerón decía que «la gratitud no solo es la más grande de las virtudes sino la madre de todas las demás».  

Podemos distinguir varios grados de gratitud, de acuerdo con la amplitud del contexto en el que la experimentamos. Este puede ser reducido, como sentirnos agradecidos cuando alguien nos ayuda en lo que hacemos, o tan amplio como sea aquello por lo que sentimos agradecimiento.  

A veces necesitamos tiempo para sentir gratitud. Por ejemplo, puede ocurrir que recién cuando tenemos que criar a nuestros hijos apreciemos y agradezcamos lo que nuestros padres y familiares hicieron por nosotros. Pero no solo ellos merecen nuestro agradecimiento. Si tenemos en cuenta todo lo que hemos aprendido y aprovechado a lo largo de nuestra vida, nos damos cuenta de cuán extenso es el ámbito del cual tanto hemos recibido.  

Tenemos muchas razones para sentirnos agradecidos por las posibilidades, los conocimientos y los bienes que disfrutamos. Lo que sabemos y podemos realizar lo debemos a innumerables generaciones de seres humanos que generaron, poco a poco, nuestra civilización. Además, frente a lo que ahora tenemos a nuestro alcance, ¿cómo no sentir gratitud y profunda responsabilidad si tenemos en cuenta que, en la actualidad, buena parte de la humanidad carece hasta de agua potable y suficiente alimento para poder vivir, además de sufrir maltrato, discriminación, persecución y muerte?  

Por otra parte, la gratitud o la falta de ella, afecta en gran medida el trasfondo de la relación que tenemos con la vida.  

Sentirnos agradecidos nos hace sentir responsables, mejora la relación que tenemos con los demás y, especialmente, la que tenemos con lo que nos ocurre a lo largo de la vida. En vez de alternar alegría por lo que nos satisface y pena por lo que nos duele, aprendemos de nuestras experiencias. Cada una de ellas, y especialmente las dolorosas, encierra una enseñanza.  

Tomar conciencia de todo lo que recibimos nos induce a agradecer, por más dificultades y dolores que suframos. Este agradecimiento nos mueve a participar y trabajar para el bien de toda la familia humana.   

Como la gratitud no siempre es un sentimiento espontáneo, podemos desarrollarla con algunos ejercicios de oración. Por ejemplo, orar por el bien de quienes nos ayudaron y por el de quienes lo hacen en la actualidad; en fin, tratar de tener presentes a la infinidad de seres y a sus esfuerzos, ocultos en las cosas que disfrutamos.  

Pero no nos limitamos a orar y recordar; la gratitud va unida al actuar. Por ejemplo, colaborar, brindar ayuda, acompañar a otros en sus momentos difíciles, trabajar en obras de bien.  

Decir “por favor” cuando pedimos algo y “gracias” cuando alguien hace algo para nosotros es un buen inicio para expresar gratitud. Pero no siempre nos damos cuenta de las veces en que no la expresamos cuando hubiéramos debido hacerlo. Quizá por atender especialmente a lo que nos ocurre o tenemos que hacer, no reparamos en lo que otros hacen por nosotros o en quienes contamos para hablarles de lo que nos interesa. Pero no solo eso tendríamos que tener en cuenta. Por más penas que nos aquejen, contemos las que no nos ocurren y tendremos muchos motivos para agradecer.  

Sentir agradecimiento también es una forma de meditar. Don Santiago Bovisio decía que cuando caminaba por una vereda agradecía a quienes pusieron las baldosas, y que eso le ayudaba a darse cuenta de cuánto le faltaba para unirse a todos los que trabajaron y trabajaban para que él pudiera vivir como vivía. Esto nos dice que el agradecimiento puede ser más que un sentir y una verbalización de reconocimiento, también puede ser una apertura interior hacia los demás y hacia lo que recibimos de la vida. Darnos cuenta de esta posibilidad nos abre camino hacia la empatía y la participación.  

Por otra parte, ya se ha comprobado que expresar gratitud, ser amable y enfocar en el bien de los demás es beneficioso, tanto para otros como para nosotros mismos.  

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