Las reglas del diálogo: Una herramienta para crecer en tiempos de crisis

Es usual que al enfrentar una crisis nos sintamos más vulnerables. Se hace más difícil encontrar las soluciones que necesitamos y nos sentimos agobiados. Pero estos momentos son providenciales para poner en práctica herramientas simples que nos ayudan a desenvolvernos.

Cada vez que nos enfrentamos a una crisis, como la que vivimos hoy en nuestro país, o también aquellas que tienen un origen más individual, cruzamos un tramo donde reina un estado de incertidumbre. Este estado privilegia los tiempos de cambios y las nuevas formas de ver.

Para ampliar nuestro estado de conciencia necesitamos comunicarnos y entendernos con otras personas,  participar activamente, comunicarnos, expresarnos, discernir, vivir la experiencia de ver nuestros pensamientos y sentimientos, creando un significado que fluya y evolucione continuamente, llevándonos a niveles más profundos de entendimiento.

El ejercicio del diálogo nos lleva hacia una actitud amplificativa, hacia una conciencia de ser en un grupo, sin por eso perder la propia individualidad. Por el contrario, las diferencias individuales se aprecian como expresión de la diversidad, como elemento enriquecedor, pero al mismo tiempo se desarrolla un sentido compartido, participativo de ser.

“El diálogo es juntar los pensamientos creando un significado que fluye y evoluciona continuamente, llevándonos a niveles más profundos de entendimiento. Se crea un nuevo tipo de mente y de aprendizaje que aumenta nuestra Inteligencia Colectiva”

Te invitamos a conocer una de las herramientas que nos entrega Cafh: Las reglas del diálogo


DIÁLOGO

Diálogo y desenvolvimiento

¿Qué entendemos por diálogo? ¿Qué entendemos por debate o discusión?

Debatir procede del latín debattuĕre, que significa ‘discutir’, ‘combatir’. En este sentido, el objetivo general de un debate es que una de las posiciones gane por sobre otra. El interlocutor es el oponente, a quien debemos rebatir sus opiniones, a través de la argumentación. Sin embargo, esto no significa que un debate es en sí mismo algo negativo, o que siempre se transforma en una lucha. Es simplemente una forma de comunicación y como tal, se practica en colegios y universidades como una técnica educativa.

Por otro lado, diálogo procede del griego diálogos que literalmente significa día-“a través”, logos-“palabra”. Luego, diálogo sugiere “un flujo de significado” (David Bohm) que fluye en el grupo, del cual emerge un significado nuevo, más amplio, y compartido.

En estos tiempos de incertidumbre necesitamos una forma de comunicarnos y entendernos mutuamente. Vivir la experiencia de reunir nuestros pensamientos en uno más amplio, creando un significado que fluye y evoluciona constantemente.

La técnica de diálogo que practicamos en Cafh, tiene su origen en la técnica desarrollada por el físico teórico David Bohm (1917- 1992) quien hizo aportes significativos en física quántica, neuropsicología y filosofía de la mente (Wikipedia.org). Bohm desarrolló su técnica de diálogo gracias a su intercambio de ideas con Krishnamurti.

Bohm estaba interesado en crear un marco de diálogo a través del cual desenmascarar los procesos condicionados de pensamientos y suposiciones preconcebidas, que, según él, son el origen de muchos problemas sociales y personales. Bohm escribe “el objeto del diálogo no es analizar las cosas, o ganar con un argumento, o intercambiar opiniones. Más bien, es suspender tus opiniones y mirarlas -escuchar las opiniones de todos, suspenderlas y ver el significado total” (On dialogue, New York 2014).

Para practicar esta técnica de diálogo se necesita una predisposición abierta donde el objetivo principal es llegar a una comprensión más amplia y compartida. Algunas actitudes que facilitan el diálogo son:

  1. Llevar una actitud abierta: Voy a aprender, a escuchar con atención e interés las opiniones de los demás, a expresar mis pensamientos y sentimientos con libertad. Tendré en cuenta que los demás necesitan un espacio para expresarse.
  2. Suspender el juicio: Reconocer que cada ser humano tiene libertad para pensar y actuar; considerar que mis ideas son solo una parte de la realidad; identificarse con plenitud con lo que otro participante está exponiendo, sin considerar si está bien o mal lo que expresa.
  3. Suspender el gusto: Considerar que mi gusto no determina la realidad del mundo; visualizar que soy un ser humano que pertenece a una sociedad y cultura; aceptar que mi gusto es uno entre muchos otros. Usar maneras de expresar mis gustos como la siguiente: “En mi opinión este libro es bueno”, en lugar de “ese libro es bueno”, o “indiscutiblemente, este es un buen libro”, o “no cabe duda de que este es un buen libro”.
  4. Suspender el afán: Dar espacio para que los demás expresen sus ideas sin interrumpirlos; reflexionar acerca de lo que cada uno expone; evitar que la necesidad de expresarse impida escuchar y lograr una comunión con el grupo; evitar identificarse con los movimientos que genera la mente al hilvanar idea tras idea que impiden lograr un mínimo de silencio para la reflexión. Considerar que las propias ideas no son más importantes que las de los demás, ni la necesidad de expresarlas mayor que las de otros.
  5. Suspender el deseo: Si se deseara dominar, destacarse, lograr aprobación del grupo, ser admirado, convencer a otros para contar con su apoyo, ser considerado inteligente, capaz o virtuoso uno estaría centrado en sí mismo y no podría escuchar a los demás ni interesarse realmente en lo que otros quieren transmitir. Si se desea algo se crea una expectativa que quita libertad porque solo valora un resultado predeterminado y no da lugar a la expresión espontánea de cada uno.
  6. Suspender el sentimiento: Muchos de nuestros sentimientos son reacciones automáticas, condicionamientos de nuestra cultura, educación, medio, experiencia personal, etc. Estos sentimientos nos llevan a favorecer ciertos aspectos de la vida y a rechazar otros, restringiendo así nuestra posibilidad de apreciar la realidad tal como es.
  7. Asentar la conciencia de ser en el grupo: Si su destino es completarse, el ser humano no puede permanecer encerrado en una conciencia de ser aislado del todo. El ejercicio del diálogo lleva hacia una actitud amplificativa, hacia una conciencia de ser en un grupo, sin por eso perder la propia individualidad. Por el contrario, las diferencias individuales se aprecian como expresión de la diversidad, como elemento enriquecedor, pero al mismo tiempo se desarrolla un sentido compartido, participativo de ser.

El ejercicio del diálogo es interactivo y nos enseña a escuchar, a controlar la impaciencia que lleva a interrumpir a otros, a respetar sus tiempos, a validar, a pensar antes de opinar y a expresarse sin criticar.

 

REGLAS DEL DIÁLOGO

Las reglas esenciales para el diálogo son:

1.-  Se habla alternativamente, uno por vez, haciendo una pausa después de cada

exposición.

2.-  El que habla se dirige a la totalidad del grupo, evitándose conversaciones cruzadas

o paralelas. Se procura mirar a cada uno de los participantes.

3.-   Se habla cuando se tiene una convicción o un sentimiento profundo que se desea

expresar.

4.-   Durante el momento del diálogo se suspenden los roles o jerarquías.

5.-   Se escucha sin emitir juicios.

6.-   Se cultiva una actitud de compañerismo.

7.-   Se está dispuesto a aprender.

8.-   No se busca convencer a otros ni que otros cambien de opinión.

9.-   Se evitan posturas no negociables o cerradas.

10.- Uno debe observarse a sí mismo.

11.- Se respetan las diferencias.

12.- Se evita reaccionar frente a lo que se dice.

13.- El diálogo es abierto.

14.- Se valida lo que otros dicen.

15.- Se balancean preguntas con aseveraciones.

16.- No se predica.

17.- Se busca el próximo nivel de comprensión.

18.- Cada uno expresa sus pensamientos y sentimientos con libertad y sin necesidad de apoyarse en lo que otros piensan o sienten.

 

Evaluación del diálogo

Al finalizar el diálogo, se dejan unos minutos para una evaluación que se realiza en conjunto. Uno de los participantes puede ir escribiendo los puntos en una pizarra para que todos los vean.

  • Se analiza el contenido sin juicios valorativos, por ejemplo: ¿se mantuvo el tema?
  • Se aceptan todas las declaraciones acerca de qué siente o piensa cada uno.
  • Se deja que los participantes sean libres de expresarse y se evita enjuiciar sus declaraciones.
  • Se analiza el proceso: se habla acerca de cómo se cumplieron o no las reglas. Cada uno deberá estar dispuesto a recibir retroalimentación.
  • Se habla acerca de lo que se experimentó durante el diálogo; cómo se percibió la experiencia en el grupo: tal como uno lo vivió.
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