Autor: Jorge Ellicker
Miembro de Cafh
Cada día es un nuevo y diferente desafío. A veces no somos conscientes de que es así. Este desafío nos plantea una actuación personal pero también relacionada al entorno, que en muchas ocasiones nos obliga a reaccionar de una manera inesperada. Diríamos entonces que las circunstancias nos sorprenden y exigen de nosotros una original y espontánea respuesta.
Hoy no escapamos a esta situación y nos vemos involucrados y comprometidos a responder ante los sucesos que acontecen en nuestro país. Se espera que decidamos qué hacer, se espera que demos una opinión determinada, se espera que, de acuerdo a lo convencional, nos inclinemos hacia un lado u otro.
Es fácil improvisar o apresuradamente expresar, de manera conveniente, un pensamiento que represente una posición personal. Más aún cuando podría no ser la de algunos. Es cómodo tomar partido por una parcialidad y quedar bien con el entorno, uniéndose a la tendencia mayoritaria del momento.
¿Qué pasa si no nos volcamos a dar una opinión o a favorecer una u otra posición, y por el contrario respondemos con nuestra actitud de vida alimentada por cada una de las múltiples enseñanzas y ejemplos que nos hablan de libertad interior, amplitud de conciencia, de vida incluyente, de amor a la humanidad, de renuncia, de economía providencial?
Es evidente que históricamente los modelos de gobierno siguen generando inequidad y sufrimiento en el hombre y que remotamente son la solución para que este se acerque a la soñada felicidad.
El desenvolvimiento espiritual nos impulsa a amar a la humanidad, y con una mirada más amplia, más elevada, podemos entregar lo que tenemos para dar, el tesoro de la mística del corazón.
Estaremos así colaborando no solo a la solución de sus problemáticas contingentes, sino también a la inquietud del ser humano, que en su profunda intimidad anhela encontrase con su esencia espiritual.